Introducción
En mi experiencia profesional, he visto cómo un pleito de responsabilidad civil puede determinar no solo el patrimonio de una persona, sino también la viabilidad de una empresa o la estabilidad económica de toda una familia. Un error en la preparación o en la estrategia puede traducirse en pérdidas millonarias, incluso cuando las razones para reclamar son legítimas. Por eso considero esencial identificar los fallos más habituales y, sobre todo, aprender a evitarlos.
Confiar solo en la versión de la aseguradora
Uno de los errores más frecuentes es dar por válida la versión inicial de la compañía aseguradora. Estas entidades cuentan con equipos jurídicos altamente especializados que tienen como misión reducir al mínimo sus indemnizaciones. Si el perjudicado no contrasta esa información con un abogado independiente, corre el riesgo de aceptar acuerdos muy por debajo de lo que legalmente le corresponde.
Recuerdo un caso en el que un cliente aceptó inicialmente la propuesta de la aseguradora tras un accidente de tráfico. Cuando llegó a nuestro despacho, conseguimos demostrar que la cuantía ofrecida era menos de la mitad de lo que correspondía por las secuelas reconocidas en los informes médicos. Esa diferencia se tradujo en cientos de miles de euros que, de no haber intervenido, se habrían perdido definitivamente.
No acreditar adecuadamente el daño
En responsabilidad civil, la prueba es el centro del litigio. No basta con relatar lo ocurrido: es imprescindible respaldar cada afirmación con documentación médica, informes periciales y testigos cualificados. La ausencia de pruebas claras o bien organizadas suele derivar en la desestimación de la demanda o en indemnizaciones simbólicas que no cubren el perjuicio real.
He comprobado en múltiples ocasiones que la diferencia entre ganar o perder no radica en la existencia del daño —que muchas veces es evidente—, sino en la manera en que se acredita ante el tribunal. Por eso trabajo siempre de la mano de peritos médicos, ingenieros o economistas que puedan cuantificar con precisión tanto las secuelas físicas como el impacto económico derivado del siniestro.
Improvisar la estrategia procesal
Otro error crítico es acudir al pleito sin una estrategia clara y coherente. Litigios de alta cuantía requieren meses de preparación, simulación de escenarios y análisis de la parte contraria. Cuando la defensa se improvisa, se dejan cabos sueltos que la aseguradora o la contraparte no dudan en aprovechar.
En un pleito contra una gran aseguradora, por ejemplo, la clave no fue únicamente el informe médico, sino la estrategia procesal que permitió impugnar con éxito el dictamen de su perito. Una línea de defensa sólida exige anticiparse a los movimientos de la otra parte y tener previstas alternativas para cada posible escenario.
Escoger al abogado equivocado
En asuntos de especial complejidad no sirve cualquier abogado. Se trata de litigios que combinan aspectos médicos, técnicos, económicos y jurídicos de gran detalle. He visto casos donde los clientes acudieron inicialmente a profesionales sin experiencia en este tipo de pleitos y, al llegar al despacho, ya era demasiado tarde para reconducir la estrategia.
Por eso insisto en la importancia de elegir un abogado que no solo conozca la normativa, sino que tenga experiencia práctica en grandes reclamaciones. La diferencia puede suponer pasar de una indemnización insuficiente a una resolución que realmente compense el daño sufrido.
No valorar los riesgos de forma realista
Algunos clientes llegan con expectativas desproporcionadas porque nadie les ha explicado los riesgos procesales. Creen que ganar está asegurado y se sorprenden al conocer que una sentencia puede tardar años y que no siempre se reconoce el 100% de lo reclamado.
Mi papel como abogado es también el de asesor honesto: explicar desde el principio las fortalezas y debilidades del caso. Así, el cliente puede tomar decisiones con una visión clara de los riesgos, evitando frustraciones futuras y construyendo una relación basada en la confianza.
Conclusión
Un pleito de responsabilidad civil puede marcar la diferencia entre la recuperación económica y la ruina. Los errores más comunes —confiar en la aseguradora, no probar adecuadamente el daño, improvisar la estrategia, escoger mal al abogado o sobrevalorar las expectativas— son evitables si se cuenta con asesoramiento especializado.
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Si estás enfrentando un pleito de responsabilidad civil de gran alcance, no lo afrontes solo ni te conformes con lo que te ofrezca la otra parte. Contáctame y pondré a tu disposición mi experiencia en litigios complejos y un equipo de peritos especializados para asegurar que recibas lo que realmente te corresponde.
